12.11.10

CARMEN GIL EN VERSO

Carmen Gil en verso

Nace chillona y hambrienta
en la costa gaditana.
¿Una noche de tormenta
o una preciosa mañana?


Como es la sexta de siete,
todos, en dos dormitorios,
lo pasan de rechupete.
¡Vaya lío! ¡Qué jolgorios!

La Línea, con su peñón,
que, aunque parezca arrogante,
es gigante bonachón,
la ve crecer vigilante.

Del colegio, pobrecilla,
llega hipando cada día:
"Me he hecho pipí en la capilla"
¡Qué misteriosa manía!


Va a la playa en bicicleta
-el agua siempre está buena-
y parece una croqueta
cuando se empana de arena.

Son sus zapatos dorados,
que lanzan áureos destellos,
su tesoro más preciado.
¡Puede hacer ruido con ellos!

Canta y baila la chiquilla
día y noche ¡sin parar!
Tan latosa pesadilla
no hay quien la pueda aguantar.


Llora con Heidi y con Marco.
Al escuchar su canción
o imaginarlo en el barco,
se le encoge el corazón.

Domingos: misa y tebeo
con su traje de piqué.
Después, todos de tapeo.
A las cuatro, matiné.

Siente que hasta el cielo sube,
que el merengue de Marieta
es como un trozo de nube:
¡el más rico del planeta!



Y las tardes de verano
juega en la Plaza Fariñas
a rescatar, con su hermano
y muchos niños y niñas.

No olvida la cantimplora
si va al Parque Forestal,
porque allí es exploradora
de la selva tropical.

Con Pluto, la Cenicienta,
Mortadelo, Pippi, Esther…,
cuando viene a darse cuenta
se ha aficionado a leer.
Leyendo se desternilla,
se entusiasma, se enternece.
Siempre tiene en la mesilla
un libro que le apetece.

Su deseo más profundo:
marcharse a alfabetizar
a un país del Tercer Mundo,
al otro lado del mar.

Y se hace hippy.  Esa gente
que le habla de paz y amor
la fascina enormemente
con su mundo de color.

Ahora es maestra-escritora.
A boli o a ordenador,
ella escribe a cualquier hora,
llueva, truene, haga calor…

Su fantasma fantasmón
vaga de frente o de espaldas,
por un viejo caserón
asustando en minifalda.

Su monstruo de tres cabezas
cuando está muy resfriado
con sus tres bocas bosteza
y estornuda por tres lados.
Y su hada Desiderata
ayuda con su varita,
metiendo mucho la pata,
a aquel que la necesita.


Con estos seres curiosos,
y contando alguna historia
rodeada de mocosos,
¡Carmen Gil está en la gloria!



Aunque parezca increíble,
viaja siempre con Perico,
que es su mascota invisible,
un mico la mar de chico.

¿Lo mejor de la poetisa?
Su excelente compañero,
una hija cuya sonrisa
alborota al mundo entero…

y una madre muy vital:
¡disfruta cada segundo!
Parecérsele es genial,
porque es la mejor del mundo.


                              Carmen Gil (http://www.poemitas.com/)