27.10.10

COMO HABLAR CON LOS ADOLESCENTES! ( 3 DE 6)

Claves para hablar con nuestros hijos adolescentes (III de VI)
Requisitos para el diálogo
La verdad es que no resulta fácil hablar con nuestros hijos adolescentes, sin embargo, eso no nos tiene que llevar a darnos por vencidos. Al contrario, de ningún modo debemos perder el contacto ni "acabar enfadados", como les ocurría muy a menudo a Jorge y a su padre.
Están en la edad que más necesitan hablar, aunque también es el momento vital que más les cuesta hacerlo con los padres. Por eso, seguramente seremos nosotros los que tendremos que esforzarnos más. Vale la pena que lo intentemos porque hay mucho en juego: Nada más y nada menos que la educación de nuestros hijos.
Quizá, tras haber evitado los errores ya comentados, deberíamos tener en cuenta que el diálogo con adolescentes tiene unos requisitos propios:
  • Crear el ambiente propicio y buscar el momento adecuado: No cuando los padres quieren, sino cuando ellos lo necesitan. No es fácil estipular un momento al día para hablar, porque quizá "tenga que contar algo" en el momento menos oportuno. En ese caso hay que dejarlo todo y atenderle, porque, aunque en ese preciso instante haya cosas muy urgentes, seguro que no hay nada más importante. Si se deja pasar la ocasión, porque "ahora no, que estoy ocupada" o "después me lo cuentas, que tengo trabajo" habrá desaparecido para siempre. Por eso, es decisivo que sepan que cuentan siempre con sus padres, que estamos ahí y que lo estemos realmente.
  • Serenidad y confianza. Si la primera vez que un hijo nos hace una confidencia "un poco fuerte", nos echamos las manos a la cabeza, armamos un escándalo o lo castigamos severamente, probablemente sea la última vez que se sincera con nosotros. Como aquel chico que, tras haber hablado con él, se decidió a decir a sus padres que el fin de semana había fumado marihuana. Cuando su madre oyó que había fumado, comenzó a gritar de tal modo que se quedó sin saber qué había fumado su hijo. La confianza es una virtud recíproca, quien la otorga la recibe a su vez. No es una virtud que se adquiere, sino que se da: La condición de todo diálogo. Si no confiamos en nuestros hijos, si no les damos confianza, aunque nos resulte difícil e incluso nos parezca arriesgado, nos quedaremos sin saber lo que les pasa.